sábado, 10 de diciembre de 2011

No soy una princesa.

Siento algo aquí. Pon la mano si quieres, estoy segura de que lo notarás. Podrás sentir que algo no funciona bien. Estoy estropeada, aunque no estoy segura de que un ser humano se pueda romper como un objeto. ¿Tú que crees? Bueno da igual no hace falta que lo digas. Esto te parecerá una chorrada, que te halla traído hasta aquí solo para preguntarte si crees que he dejado de funcionar bien. Estúpido lo sé, no te importa ya lo que me pase. Me miras y sientes indiferencia, te vuelves hielo. Frío, te noto así. Por eso te he traído para decirte que ya no puedo seguir, que ni tus miradas me hacen funcionar correctamente, así que te he traído aquí como despedida a pesar de que nunca se me dio bien desprenderme de las cosas. Por eso no pronunciaré esa palabra que tanto me aterra, solo te diré un par de cosas. Te haré saber que el verbo amar esta sobrevalorado y que el color rosa no es el de la felicidad. Estate enterado de que el catorce de febrero no existe y de que San Valentín son los padres. No espero que me lleves a París en ningún momento y realmente a ningún lado más lejos de esa curva que ves allí. Creo que queda claro lo esencial que te quería decir. El amor está bien para los cuentos, pero a mí los cuentos ya no me interesan. Así que como tu buscas a tu princesa perfecta con vestido y tacones y yo solo soy una chica en vaqueros y zapatillas sucias, creo que lo mejor es que ni me mires. Yo seguiré sonriendo si es que eso te pueda llegar a preocupar. Lo haré por que seguro que encuentro algún chico que busque algo como yo, un chico de pantalones y camiseta.

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